Primero,
que lo acabo de perder,
ese escape del odio.
Lo perdí todo,
en un escape agónico,
como no había otro,
como no lo quiso haber nunca.
Después,
que siento mi alma pesar en tinieblas,
llorar en mis lamentos pasados y futuros.
La siento aquí a ella,
la otra,
la de siempre,
la primera.
Al final sólo somos uno más.
¿Escape del odio?
Sólo su pureza vale.
Tengo dudas,
pasado incomprensible,
final a cuestas.
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