Recordé todo eso y sentí el peso,
los pensamientos más solitarios de mi vida,
el tormento,
lo del miedo aquel de muerte
como si fuera hoy bajo esta luna infernal.
Hace frío y el año pasado fue de calor,
de un bochorno como ningún otro,
del triunfo ese del precio más tremendo.
Y recordé lo espectacular de mi pasado
más preciado por lo luchado.
Mis entrañas quedaron ardiendo,
como ahora sólo que no temo quedar quemado
o ser quemado por la irregularidad.
Maldito látigo de mierda,
siempre serás mi más terrible objeto de odio hasta la sinrazón.
Lo recordé en esta muerte por la pasión de mi corazón por ella,
y me duelen menos las neuronas que pesan pero actúan.
Soy un particular que habla en su juventud
como ignorancia plena de la pureza que es ella.
El 2010 parece ser de la mejoría.
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