Bajo el río el animal sin piernas ni brazos se preguntaba todo el tiempo por el paradero de su esposa. De ella dependió mucho anteriormente, mas con el pasar de los años las cosas se fueron tornando más productivas para él. Cierta vez, cuando se puso la luna, ella se esfumó, prometiendo poco antes regresar y traer una cura para el flagelo de su marido. Sin embargo el tiempo pasó y las lunas siguieron su curso voraz, ofreciéndole largas noches de ausencia y días ingratos merced al mal dormir. Pero el animal lisiado trabajó duro todo ese lapso, haciendo más digna su residencia, rindiendo culto a su esposa desaparecida. Cuando llegó a pensar que ella jamás volvería, alzó la voz tan fuerte que toda la región lo escucho, incluso los humanos más cercanos. El rugido ensordecedor fue escuchado por unos curanderos de animales quienes lo adoptaron y colocaron en un entorno factible para la vida de un lisiado. "¿Y si regresa?", se preguntaba el animal. Ya no estaría en la residencia próspera, que su limitación no había podido doblegar, para recibirla. Pero el que ni brazos ni piernas tenía escapó del refugio al que fue destinado por los curanderos y regresó por sus propios medios a su hogar. Halló entonces una nota que decía, "Volví y no te encontré, y vi que todo relucía. Creo que los curanderos que guié hacia ti no eran necesarios." Al leerla no supo qué pensar, pero con el tiempo y la reflexión, y el entorno nuevamente empedrado, concluyó que ella buscó una solución definitiva que premiara todo el esfuerzo que él había tenido que brindar durante años. Al final la carta decía, "Si lees esto es que triunfaste más de la cuenta." El animal al leer aquella sentencia rió, y salió en busca de su esposa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario