La acumulación de conflictos puede llevar a una persona a pensar que ella misma atrae el conflicto, o lo promueve. Entonces, cuando esté en un entorno entorno social sentirá la necesidad de guardarse cosas que hubiera querido decir por temor a generar uno. A pesar de tal temor, que es entendible, la discordia no debe regir la vida de una persona a pesar de que sea más propensa que las demás a verse envuelta en tal situación. La honestidad con el propio ser es lo fundamental para diferenciar entre una discusión desacertada y una provechosa; entre lo vulgar y lo sublime hay un camino desde el cual se puede ver ambos extremos y es aplicable para todo en la vida. Esa parte vulgar de la persona que sale sin control, o esa sublime que se manifiesta cuando no produce nada, no sirven sino para generar discordia que no lleva a nadie a ningún lugar. En cambio, cuando se logra dominar lo propio, conociendo que se quiere o no, sabiendo con quienes se quiere andar o no y por qué, la discordia puede producir maravillas, tales como las siguientes: la exposición de la propia forma de pensar sin perder la integridad, la rectitud en el discurso, la satisfacción luego del desacuerdo pero donde ambas partes, o más si las hay, aprendieron algo nuevo y estimularon su parte sublime, y la vulgar lo la sintieron.
Pablofago
"Este post no es nada sin los demás."
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