Partiré de dos puntos clave: primero, la frase de que lo difícil no es llegar, sino mantenerse; segundo, que es normal perder la energía, los estribos, las ganas, y lo demás que permita seguir andando, de vez en cuando. Cuando la moral cae, sea por culpa propia o ajena, no queda más que comprenderlo, aunque aparezcan risas sin explicación o lágrimas amargas. ¿Cómo se comprende una adversidad? No negándola, no dejándola atrás. Se debe pensar en ella desde sus puntos más sensibles hasta los menos relevantes, aparentemente. De esto surgirá la capacidad de no rehuir a experiencias futuras por temor y de discernir entre qué es importante y qué no. Se conocerá más el tipo de situación e indudablemente a uno mismo. La moral fluctúa, naturalmente, así que ocurrirá que habrán días mejores. Cuando este se de, hay que mantener el equilibrio. Con esto intento decir que de nada vale atarse a la falsa esperanza de que todo podría estar siempre bien. Tarde o temprano las energías volverán a decaer —no necesariamente en forma de depresión, sino que afectando la inspiración del escritor o la interpretación del actor, etc—. El equilibrio consiste en estar consciente de que la vida tiene bien o mal, para unos más de una cosa que para otros. Al mantenerse consciente la persona será capaz de no rehuir, de no temer más de la cuenta y de no negar cuando no quiera; logrará triunfar, y no necesariamente obteniendo un trofeo de oro, comprender mejor a la demás gente y satisfacer sus necesidades con mayor confort. En fin, la lista nunca para ni deja de adquirir nuevas caras.
Pablofago
"Este post no es nada sin los demás."
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