Al final de todo,
la impaciencia es mi peor enemiga.
Levanta los mares sobre mis ojos,
encerrándolos en calor de presión
por los días desesperados,
que siguen y vienen y van.
Pero ese día donde la impaciencia desató su furia no fue un día desesperado,
fue un día de conocimiento propio aunque ciertas voces quieran callar a mis poemas.
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