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jueves, 25 de noviembre de 2010

Texto del 26 de noviembre del 2010 - Estallé

Texto del 26 de noviembre del 2010

Estallé

Fabricio García

No puedo superar esto. Este, entonces, será el texto más largo que haya hecho en un corto plazo. Esto será "Explosión". Porque ahora yo me siento partido a la mitad, aunque piense en los momentos, en el momento. El momento que no es esperado por mí, es simplemente un momento. No es la razón por la cual estoy escribiendo ahora. Escribo ahora porque me he reventado. He reventado parte de mis ilusiones, las cuales peligran, las cuales lloran. Estoy al borde de un abismo oscuro y conocido. Por él he pasado años, más de una década, o quizás las dos décadas de mi vida. Quizás siempre haya nadado contra corriente. Este texto es explosión, una que requiere de análisis, una que busca edición. Porque yo soy un escritor. El escritor edita, y escribe. El escritor decide, y mientras todas las palabras que escriba hayan sido producto de la elección, cada oración será una elección que alimente su existencia. El escritor soy yo. Yo escribo en estos momentos y no me interesa la edición en estos momentos, porque la haré. Pero ahora, habiendo tomado en cuenta que el escritor edita, y escribe, y bajo la premisa de que estallé, continuaré escribiendo este texto.

I

Mis penas son largas y ajenas. Son extensas. Son para otros. De mí no sé qué esperar, no sabrán los demás qué esperar de mí. Soy indefinido y me agrada la idea de serlo, sin embargo es también un problema mayúsculo. Llegué a la conclusión, asediado por este pensamiento, que es una necesidad. Mi necesidad es la de ser artista. Mi identidad es la del escritor. Yo soy escritor, porque busco mi identidad, y porque escribo.

II

En mi identidad nada la duda. Anteriormente pensé que la duda era un problema. Es, ella, algo hermoso. La duda nos permite indefinirnos. A mí la escritura me define, pero me permite hablar todo de la indefinición. Yo no seré indeciso mientras escriba, mientras escriba podré afirmar todas aquellas cosas sobre las indefinición que quiera. Podré casarme con ella, y divorciarme. Podré, sin quererlo o adrede, ser padre de la definición y convertirla, porque un capricho lo place, en indefinición. La duda dominará la vida, y la mía, porque todo lo que yo hubiera evocado iría dirigido a hacerla duda. Tanto la alimenté de duda, que la hice dudar.

III

Escribo porque me gusta. Escribo porque una vez me pregunté si podría escribir, y lo hice.

IV

Así, luego de un tiempo de escribir, llegué al punto donde convertí escribir en una acción. Yo escribo por actuar. Que no se malinterprete con aparentar, o con la actuación, sino con los hechos concretos. La escritura es, para mí, el hecho que con el esfuerzo y los condimentos necesarios forjo.

Utilizo lo necesario al escribir, ni más ni menos. Pese a todo y con todo.


V

Escribir me permite hacer un inventario de las cosas valiosas, como este.

VI

La voz femenina que me cautivó varias veces me invitó a escribir. Solidificó mi afán por escribir. Fue base y parte de cada palabra que elegí que se convirtió en acción. Que quede claro que la voz no me invitó a comenzar: hizo sólida la escritura de mi ser, que es otra cosa.

Sobre mi ser, y sobre la existencia, puedo decir muchas cosas. Mas ahora ambos me suenan rebuscados. Yo se que esa voz femenina es un ser y existe, o existió.

Esto es un escrito profundo, no sé si un lector cualquiera pueda leerlo. Sí puedo leerlo yo, hasta entenderlo. Aun así, ni yo podría llegar a entenderlo completamente. Esto es un inventario donde el rojo está revuelto con el azul y el azul con el verde.

VII

La escritura activa mi mente más que cualquier otra cosa. Lo hace porque me aleja de procrastinar al ser en sí un acto. Lo permite porque mueve cada una de las bases de mis pensamientos. Lo promueve porque me encanta.

VIII

Y llego a este punto donde temo repetir ideas. Es justamente luego del sétimo punto de mi escrito interminable. Es mi mente hablando, con su organización y sus caprichos, con su análisis a medio hacer. Es mi mente esa que representa la anulación.

Vale, llegado este punto, recordar los 7 pasos de la voluntad, piezas centrales de mi novela en curso incluso en esta fecha del 26 de noviembre del 2010 a las 12 y 4 de la madrugada. Los 7 pasos de la voluntad son: análisis, no anulación, no procrastinación, retención, convencimiento, lucidez y afirmación.

Esos 7 pasos representan ideas que fueron madurando durante todo el año 2010. También son la pieza culminante de un año lleno de voluntad por dejar de fallar, por alejarme del fallo, por lágrimas por el fallo y energía extrema por estar lejos del fallo.

Justo hoy, 26 de noviembre del 2010, escribo porque me he alejado de mí mismo, de lo que construí este año. Escribo porque me he alejado de escribir.

IX

Con la idea no repetida lograda, es hora de decir que escribo porque me place. Es mi capricho, el más hermoso de todos. Es mi razón, es una parte propia de mi ser, de mi existencia. Ya mencioné que hablar del ser y de la existencia es hablar de dos cosas que puede que valgan la pena o no. No diré que no existen, porque así como la hermosa femenina voz que extraño existió, o existe, así existe el ser y la existencia, y existe la mente, el cuerpo y el espíritu.


X

Escribo porque quiero probarme algo. Escribo porque quiero probarme. Escribo y haciéndolo me reto. Puedo llegar al meollo de mis sueños escribiendo. Puedo matar a los demonios y a Dios escribiendo. Puedo aniquilar mi demonio interno, y cada una de las endemoniadas personas que existen en este mundo simple y llanamente por el hecho de escribir.


XI

Escribo porque escribir no es perder el tiempo.

XII

Escribo porque puedo plasmar en mi vida las cosas sin necesidad de leerlas. Puedo crear directamente escribiendo, y que esa creación perdure o se pierda. Puedo escribir hasta el infinito y así que sea imposible leer lo que escribí, y mucho  menos editarlo, porque ocuparía infinita cantidad de tiempo para leerlo o editarlo.

XIII

Escribo porque escribir es leerme.

XIV

Cada idea, cada momento, se decidió para que pudiera existir.

XV

Y llega quince. Siento como si no quisiera escribir más, pero lo seguiré haciendo. Este vómito al escribir tiene una razón de ser. Es mi reclamo. Puedo escribir para ser mejor, puedo hacerlo para presionarme hasta estallar. Puedo estallar por escribir y nada lo superaría, ni siquiera haber estallado por no escribir.

...

Llega el final de estas palabras, ya que puedo decidir cuándo terminar.

FIN

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