A cada momento mi cuerpo me habla más y más
y aprendo a entenderlo.
En la nube reposo sobre un cuerpo blando y de mi color: color piel.
El cielo más allá nuestro es el vientre y luego la teta,
y la leche que alimentó mis huesos blande su sable de descubrimiento.
Cuando lo vi por primera vez sentí esa luz reflejada en mis ojos,
a veces abajo, a veces moviéndose hacia arriba, a la derecha,
con curiosidad.
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