Sentir Música

La música nace de la inspiración y es inspiración en sí misma. Es lo más abstracto que se puede encontrar, sino, está cerca de la cima de las cosas abstractas de la vida. Si no se pudiera contar con ella, aunque sea con el rítmico sonido de las construcciones o de las conversaciones entreveradas de los grupos de personas juntos, la vida sería insípida, quizás incompleta. Por lo menos, insípida e incompleta para quienes toda su vida han escuchado y, de repente, se les cortó la posibilidad de escuchar, al menos oír. Los sordos, como todo en la vida, de alguna forma encuentran la manera de compensar esa falta de sonido amaestrando el dominio de la vibración visible de la gente pasando al frente, de los pájaros liberándose por arriba o de las ballenas explotando el agua que tienen por debajo. Por esto, la música solamente es inaudible para aquellos que no saben sentir sus vibraciones, ya sea por medio de la imaginación o simplemente de los instintos.

La música llega a las personas y se va para luego regresar y llevárselas con ella. Por que la música es eso, un vaivén, y como el transcurrir de las personas oscila entre el arriba y el abajo, la derecha y la izquierda, el me golpeo, te golpeo y me golpeas, esta afirmación queda más que entonada. El sonido que la música emana va y viene, se siente y transpira retumbos en los estómagos, para saberse saciada de tanto sonar, o de tal sutileza haber disparado suavemente. La música por lo vivo y muerto puede ser captada, porque construye y destruye, porque acompaña con baladas las monumentales formaciones que en el universo ocurren, aunque allá en la negrura del espacio no se escuche nada. Es un vaivén inmune a la sordera, a la perdida y a la muerte.

Pablofago
"Este post no es nada sin los demás."